En la raíz de esta “caída libre” está el proceso de envejecimiento del tejido conectivo del cuerpo, debajo de la piel y estrechamente relacionado con ella: con los años, las fibras de elastina y colágeno disminuyen en número, se vuelven menos elásticas y su estructura se deteriora. El resultado es la pérdida de la capacidad de ser un buen andamio para la piel, que se ve privada de tono y flacidez especialmente en tres zonas: